El contexto no podía ser otro. Ovalle y su entorno. Allí todo es historia, más cuando se trata de fútbol y de los Gómez. Todo, mire por dónde se lo mire, es fútbol. Centro de la ciudad. Locales comerciales y en el fondo, en un café, aparece el “Mocho” (57). Y sonríe y saluda con cordialidad. También recibe el cariño de la gente. De todos. Es querido y lo sabe. Pide un café cortado y como sabe que la entrevista es larga y para hablar de fútbol, de la Copa América, principalmente, en su cabeza aparecen, de inmediato, las imágenes de haber convivido con varios grandes. Y los nombra: Zico, Maradona, Enzo Francescoli, Carlos Valderrama. ¿Algún otro?
Con Eduardo Gómez en todo momento se habla de fútbol, del que disfrutó y también padeció. Y recuerda, con nostalgia, esas épocas de antaño. De las dos finales de Copa Libertadores que perdió junto a Cobreloa en los años ochenta, “donde enfrentamos justamente a los dos mejores equipos en esos momentos: Flamengo y Peñarol, donde en Montevideo me eligieron el mejor jugador. Estuvimos a la altura. Pudimos ganar esas finales, pero quizás nos faltó suerte”.
De la Copa América en Argentina en 1987, “donde se formó un gran equipo, una gran selección y que si bien tuvo problemas al inicio del torneo con el tema de los premios, al final eso nos fortaleció mucho para llegar hasta la final”. Del aún recordado y requetefestejado triunfo frente a Brasil, “una potencia mundial y donde jugamos a gran nivel, con un resultado contundente. Había confianza, ya que teníamos un equipo bueno en todas las líneas”. De la victoria en semifinales a la Colombia inolvidable “que tenía a Carlos Valdarrama, Higuita, Redín, Rincón…”. De aquella final que se perdió con Uruguay, “con una tradición futbolística increíble, con títulos mundiales, olímpicos -también Libertadores- y que en semifinales dejaron eliminados a la Argentina de Diego Maradona”. Pero también de la patada que le propinó al diez uruguayo costándole la expulsión cuando se jugaba el minuto 15 del primer tiempo y “fue porque entré al campo de juego con muchas ganas, muy ansioso. De verdad que para nada me enorgullece lo que hice, ya que dejé al equipo con uno menos”.
Y claro, de su querido Deportes Ovalle, club en el que se retiró a los 43 años…
En fin, con Eduardo se habla de fútbol. Porque sigue jugando al fútbol. Nunca se retiró. Continúa disfrutando y sigue siendo aquel zaguero aguerrido y talentoso que llegaba justo a tiempo. Que nunca se pasaba, “aunque ahora sin esa presión. Y no porque ya no juegue profesionalmente me cambié de puesto, pues sigo jugando atrás y se disfruta. Acá ya no pego, jejé. Y si pego seguramente me dolerá a mí, así que ahora lo disfruto al máximo. Juego todos los fines de semana por los colectivos acá en Ovalle, en el Campeonato de Profesores”, menciona.
Argentina
Ya han pasado sus buenos años desde que ese jugador, que por su particular forma de caminar lo apodaron “Mocho”, se iniciaba en su equipo de barrio, El Ferroviarios de Ovalle, y luego en el profesionalismo, en 1978, en Deportes Ovalle. Y posteriormente en Cobreloa, donde mantiene los mejores recuerdos y llegó gracias a que su hermano Rubén. El “Nene”, lo recomendó.
“Tantos años, ya…”, recuerda y agrega, tras un leve suspiro, que “se hicieron grandes cosas con ese equipo y que uno con el tiempo las dimensiona. Cobreloa estuvo varios años en el primer plano internacional y en algunos festejos de Cobreloa nos juntamos con los compañeros. Son bonitos recuerdos”.
Eduardo Gómez no sólo es recordado en Calama, sino que también en la Roja. Pero no pudo coronar su exitosa carrera con una vuelta olímpica. Y Argentina, en 1987, era el momento. Y él lo sabía. También el plantel. “Queríamos hacer una buena presentación, puesto que había jugadores con muchas condiciones y bastante personalidad, entonces, cuando tienes jugadores con esas características, sientes que le puedes hacer el peso a cualquiera. Y a medida de que fue pasando el torneo, el equipo se fue consolidando, fue creciendo, agarrando fuerza, confianza, se fue convenciendo de que se podía hacer algo importante. Nos tocó Brasil, la favorita, y la dejamos en el camino de forma categórica. Después nos encontramos con Colombia, en semis, con esa gran generación de jugadores y se llegó a la final. Una final que enfrentamos con muchas ganas. Con mucho convencimiento de que se podía lograr un resultado importante. Pero, ahora con los años, reconozco que también había muchas ganas, demasiadas, porque muchos nos excedimos, como en mi caso. Era un partido importante, donde entré pensando que tenía que ser el mejor de mi vida. Y la verdad es que no resultó, ya que a los 15 minutos me expulsaron y luego a Francescoli, entonces quedamos ambos con diez y todavía con el marcador en blanco. Al final, por mayor esfuerzo que hicimos, el equipo cayó por la cuenta mínima (con gol de Bengoechea). Creo que no estuvimos a la altura, como sí lo hicimos en los partidos anteriores, porque quedamos con un gusto amargo, porque pensamos que podíamos hacer algo más. Y en lo personal con mayor razón”, relata el “Mocho” como si ese partido fuese ayer. Porque ese relato dice demasiadas cosas.
“Sé que me equivoqué, que me excedí de ganas. Me pasé de revoluciones. ¡Quise hacer el mejor partido de mi vida! Es que de jugar a jugar no nos iban a ganar, de meter tampoco. Y de hecho comenzamos bien, pero entré muy acelerado y bueno, cuando me di cuenta, ya era tarde. Mis compañeros no me dijeron nada, pero yo reconocí que la había embarrado, que había fallado. Tenía 29 años, con grandes campañas en Cobreloa, donde pensaba en casarme, entonces quería pegarme un desafío a esa altura de la vida, más que nada en lo económico, pero la final me salió todo mal. No obstante, tuve la suerte de estar en un gran equipo. Una gran selección a la altura de las mejores selecciones, con jugadores con mucha personalidad, con mucho temperamento, con mucha calidad futbolística”, explica con el realismo ya de un hombre tranquilo, sin esa revolución que lo marcó, “porque la agente se acuerda mucho de la patada que le pegué a Enzo, pero uno tiene que asumir. Siempre he reconocido que me equivoqué, pero también fueron más las cosas buenas que negativas las que viví en el fútbol. Y claro que estuve un tiempo pensando en la expulsión, pero también sabía que no podía quedarme ahí, ya que ese mismo año jugamos la Libertadores con Cobreloa y estuvimos cerca de llegar nuevamente a una final. No me podía desmoronar. Reconocí que la había embarrado, pero la vida continúa. Me pasaron muchas cosas buenas en el fútbol, porque tuve el reconocimiento más que de la prensa, de los pares, de la gente en la calle, de los técnicos. Es reconfortante”, insiste el “Mochito”, como le gritan desde la calle, cuando al mismo tiempo nos transmite esa pasión con la posibilidad cierta de implicarnos en sus propios recuerdos.
“Quizás el partido que le ganamos a Perú (1-0) en Lima en el repechaje de 1985 fue uno de los mejores que jugué. También el partido con Uruguay, con el “gol imposible” de Jorge Aravena, en el Estadio Nacional. Pero también me marcaron mucho los partidos de Copa Libertadores, principalmente los que jugamos con Flamengo y Peñarol”, asegura para luego, antes de una pausa, decir que tuvo buenos compañeros en la zaga. Lo que es fundamental para resaltar. “Tuve la suerte de jugar con grandes jugadores, tanto en Cobreloa como en la selección. En Cobreloa lo hice con Mario Soto y en la selección, con Fernando Astengo. También con René Valenzuela. Mientras que Con Elías jugué en contra, cuando estaba en Colo Colo, en una Copa Libertadores, pero los últimos años. Una lástima”.
Comparación
Hoy, a eso de las 20.30 horas, la Roja debutará con Ecuador y Eduardo Gómez, por la tevé, alentará a los dirigidos de Jorge Sampaoli, “porque la veo bien y siento que la agente está encantada con esta selección. Esta selección se ha ganado el cariño, el respeto, la credibilidad, el afecto, porque lo han hecho bien en dos mundiales, independiente de que no hayan estado en instancias finales. El equipo ha mostrado un gran fútbol, con personalidad, con atrevimiento, con orden. Pero primero tenemos que ganar el primer partido. Creo que se puede estar dentro de los cuatro y después pasa cualquier cosa. Es más. Hoy existe una conexión muy fuerte con la hinchada y eso puede ayudar mucho. Sin embargo, lo importante que Chile tiene un buen equipo y con jugadores de nivel mundial como Alexis, Bravo, Vidal y Medel. En realidad todos lo hacen bien jugando en la selección, entonces se puede hacer algo importante, pero primero se debe ir paso a paso, que primero es ganar a Ecuador”, apuntó.
Si existen diferencias entre esta selección y la del 87, el “Mocho”, que lamenta no poder ver a Messi, “un fenómeno”, pero que sí recuerda su enfrentamiento con Zico, un grande en esos años, cuenta como una voz autorizada “que ambas son atrevidas, con mucho dinamismo, con mucha personalidad, con muy buenos jugadores. En esa selección estaba Iván Zamorano, recién saliendo, pero se le veía un potencial inmenso, también estaba Rubio, que después se fue a Italia, el Koke Contreras, Ivo Basay, Jorge Aravena, Fernando Astengo, Roberto Rojas… Habían grandes jugadores. Sin embargo, es complejo comparar jugador por jugador, pero en esta selección están en los mejores equipos del mundo. Sí creo que hay que tener cuidado en defensa, porque si te ganan la espalda, por más bajo que sea el delantero, te pueden complicar”, puntualiza Eduardo, que los más de 20 años en el fútbol le dieron la posibilidad de compartir con muchos jugadores que hoy siguen siendo comentario obligado en cada tertulia, sobre todo a las puertas de la cita más importante del continente. Uno de ellos es Enzo Francescoli, por ejemplo, que alentará a su selección tal como lo hará el “Mocho”, pero 28 años después, y ya no en una cancha de fútbol.
Eduardo Gómez en la final de Copa América 1987 en Argentina. Chile vs Uruguay
https://www.youtube.com/watch?v=scobfPpAcys
Fuente: diarioeldia.cl