Con humor se toma el biólogo chileno Humberto Maturana cada vez que alguna persona lo eleva a la categoría de gurú. “Somos guru-guru” respondió durante un seminario en La Serena, cuando alguien entre el público lo catalogó así. Lejos de la autorreferencia y el ego, Maturana afirma que él junto a la co-fundadora de la Escuela Matríztica están “para conversar” y generar reflexión.
Ambos fueron invitados por la Universidad Central para encabezar el seminario “La Transformación Cultural y la Neuroplasticidad”. Ellos ofrecieron la teoría, en tanto, el trabajo práctico estuvo a cargo de otro integrante de Matríztica, Roberto Abbot.
En la oportunidad,explicaron cómo surgió la idea de fundar la Escuela Matríztica en el año 2000 en Santiago.
Maturana detalla, “Ximena y yo venimos de corrientes de pensamiento distintas: ella proviene del tema de las organizaciones y la familia, mientras que yo provengo de la biología y los seres vivos (…) un día nos encontramos conversando del hecho -que ella me lo muestra a mí como fundamental- de que entre los seres vivos, los seres humanos somos personas”.
Agrega que en una de esas conversaciones “ella me mostró que el dolor y el sufrimiento, por el cual siempre se pide ayuda relacional, es siempre de origen cultural y proviene de la aceptación como válida de una negación cultural”
A su juicio, “la salida del dolor es la recuperación del respeto por sí mismo”.
Acerca de la llamada Escuela Matríztica, Ximena Dávila agrega que “nos dimos cuenta en el trayecto qué es lo que nosotros hacemos: generamos ideas. Hay fábricas que generan zapatos, otras muebles, nosotros generamos ideas sobre los fundamentos de la ideología cultural, que es entender cómo opera lo vivo y lo humano”.
Sobre el nombre de la institución, Maturana cuenta que “en la antigüedad hubo culturas en la vieja Europa que se llamaron culturas matrísticas, que vivían en coherencia con el mundo natural, donde no había diferencias entre hombres y mujeres, donde el modo de vivir era la colaboración y donde no había competencia”.
Estas culturas estuvieron presentes en nuestra cultura durante mucho tiempo, pero luego surgió nuestra cultura actual, más matriarcal patriarcal, donde predominan conceptos como el poder y la dominación.
Según Maturana “no volveremos a vivir en una cultura matrística de manera espontánea porque ya vivimos en una cultura matriarcal patriarcal (…) por ello vivir en las relaciones de colaboración y co-inspiración tienen que ser con unas ganas de vivir de un modo diferente”.
Para ello ejemplifica que recién en la actualidad se comienza a hablar del concepto de inclusión, es decir, “de entender de que somos distintos y que tenemos talentos y facultades distintas (..) así que ahora debemos tratar de incluir aquello que la cultura excluyó”.
El biólogo recalca que “cuando se pierde la coherencia con el mundo natural aparece el tema del control, la discriminación, la apropiación, la dominación o sea una cultura centrada en esa dinámica genera desconfianza e inseguridad”
“La colaboración es nuestra condición primigenia fundamental, el vandalismo se asocia a una cultura vandálica, inmersa en la competencia, en la apropiación, el logro”, añade.
Ximena Dávila está consciente de que debe existir un proceso cultural para volver a los orígenes. “Nosotros estamos polinizando con la reflexión, es decir, más que una idea para que nos sigan, para que nos compren, o que adopten como una teoría o una metodología, lo que nosotros hacemos es una invitación a la reflexión, preguntarse cómo estoy haciendo lo que estoy haciendo”.
Ximena Dávila asegura que “esta es una semilla que se planta, lo que sucede es que como vivimos en una cultura inmediatista, se quieren resultados de inmediato (…) pero sabemos que para este cambio y esta transformación, tienen que pasar muchas generaciones, es un proceso de paso a paso”.
Para Humberto Maturana, debe existir una conciencia de la armonía del movimiento, trabajo en que colabora Rodrigo Abbot, con talleres prácticos en cada uno de los seminarios y presentaciones donde Matríztica es convocado.
Consultados acerca de la realidad de la sociedad chilena, donde los índices de desconfianza hacia las instituciones son altísimos, Ximena Dávila indica que “la desconfianza es una pandemia que está presente no solo en Chile, sino que al nivel del ser humano.”
Sin embargo, ella plantea que en nuestro país se presenta un escenario particular. “No se castiga efectivamente a la conducta poco ética”, como sucede con la colusión de precios entre empresarios. “Como sistema, los empresarios del cartel del Confort funcionaron perfectamente (…) además el castigo es solo pecuniario, cuando ellos tendrían que vivir en la cárcel”.
Para complejizar todavía más el panorama, existe desconfianza al interior de las propias familias.
¿Entonces en quién se puede confiar?. Ximena Dávila responde: “Como Matríztica nosotros buscamos la formación de personas con autonomía reflexiva y de acción desde el respeto por sí mismo”.
La experta agrega que “la única forma de confiar en las personas que nos rodean es partir por la confianza en uno mismo; si yo no confío en mí mismo es más fácil confiar en otros que me pueden meter en problemas”
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Fuente: diarioeldia.cl