Ximena Cortés es geógrafa y académica de la U. de La Serena. Nació en Coquimbo y toda su vida la ha pasado en este puerto. Al igual que sus padres, ambos profesores normalistas, su principal objetivo es enseñar geografía y lo hace desde 1988 a alumnos de enseñanza media y desde 1999 a los futuros profesores de Historia y Geografía.
Mientras desarrollaba su tesis para obtener el grado de magíster con especialización en planificación territorial, decidió investigar durante más de cinco años qué ocurriría con el barrio Baquedano en caso de un tsunami. El miércoles 16 de septiembre, tras el terremoto 8,4 de Canela, el mar causó los mismos daños que ella ya advertía en su estudio.
“Mi tema es la planificación territorial. Había antecedentes históricos de tsunami en la región. Cuando fue el terremoto de Copiapó en 1922, el agua entró desde el Faro de La Serena hasta la bahía de Coquimbo. Además, las características geofísicas y morfológicas de la zona hacen que sea una zona con alto riesgo de inundación”, señala. Con todos esos antecedentes, se dio a la tarea de averiguar qué ocurriría si frente a la costa de Coquimbo ocurriera un terremoto 7.6.
Bajo el título, “Plan de manejo integral del Barrio Baquedano de Coquimbo para enfrentar el riesgo potencial de tsunami”, la académica tomó los antecedentes históricos y las cartas de inundación que el Shoa ya había hecho. A eso sumó levantamiento propio de datos con información del INE y del municipio respecto de los usos de suelo, plano regulador, datos sociales y económicos, actividad económica del Barrio Baquedano, ubicación de las tapas de alcantarillado, postes de alumbrado público, tendido eléctrico, direccionalidad de las calles, entre otros.
“Toda esa información la clasifiqué según la nomenclatura de Naciones Unidas y la georreferencié a nivel de manzanas y predios”, señala.
¿Qué encontró? “Existen muchas talleres que contienen materiales peligrosos como diluyentes y ácidos, materiales que se utilizan en pinturas, butano, bencina, petróleo. Todos elementos contaminantes y que además, en contacto con el agua producen gases tóxicos. La disposición de calles existentes coincide con el ingreso de las aguas del tsunami y se transformar en verdaderos canales y las escaleras de evacuación son mínimas”, dice Cortés.
Por si fuera poco, además del centro Teletón, hay otras escuelas, una de ellas con alumnos con capacidades diferentes que también están ubicadas en la zona de inundación, viviendas y edificios.
“Esta es una zona de terraza en contacto directo con el mar, con una explanada de baja altura, suelo arenoso que difícilmente absorbe agua, es un suelo de vegas, pero sobre esa zona se construye y se edifica. Hace muchos años, esos suelos eran baratos y muchas personas se instalaron allí sin ninguna planificación, pero luego se hicieron los ejes viales, la actividad comercial, vino el boom inmobiliario, por la belleza escénica que tiene y se permitió la construcción de varios edificio, incluso centros educativos pese a que es una zona de riesgo”, advierte.
Ximena Cortés, hace su propio mea culpa. Aunque en 2008 cuando terminó su investigación advirtió de esta situación al municipio, cree que no hizo lo suficiente. “Debería haber insistido con la autoridad y que no quedara este conocimiento sólo para la cátedra. Quiero dejar toda esta información a disposición de quienes hoy tiene la decisión de uso de suelo y los planes reguladores. Estos antecedentes deben ser considerados, el dato geográfico es importante. La Teletón y los colegios, deben salir de ahí, construirse en otro lugar. En suelos frágiles no puede haber uso educativo o de salud, no pueden estar en lugares inundables”, dice.
La profesora aclara que no está en contra del desarrollo comunal, pero insiste en que debemos aprender a convivir en armonía con el medio y considerar que somos un país sísmicos y por lo tanto, advertir los riesgos aunque eso implique un trastorno económico.
Fuente: diarioeldia.cl