La muerte llegó para quedarse. Comenzaba noviembre y todos la celebraban. Disfraces dulces, alegría. Era Halloween, una fiesta en su honor, ilusoria, que días más tarde se volvería real en su peor versión, la que enferma la ira y que amalgama de manera perfecta el dolor, el miedo y la sangre: El asesinato.
Sí, llegó para quedarse. No se fue más de la Región de Coquimbo y en menos de un mes, cuatro homicidios han teñido de rojo a la zona en lo que han sido, sin lugar a dudas, las semanas más violentas que se han registrado en el último tiempo.
TODO COMENZÓ
EN CHOAPA
Seis de noviembre. Viernes por la noche y la tranquilidad reina en la calle independencia, en el centro de la comuna de Illapel. Como de costumbre, silencio, hasta que se rompe en una casa abandonada del sector. Aquel fue el primer lugar visitado por la muerte y la víctima fue Francisca Astudillo, una joven de 28 años que se dedicaba al comercio sexual.
Los hechos fueron confusos. Se habló de una pelea, de un femicidio, pero lo cierto es que, según fue esclarecido más tarde por la Policía de Investigaciones, el crimen habría sido de carácter pasional, motivado por los celos de un individuo que estaba obsesionado con la víctima.
Francisca se encontraba en aquella casa junto a otras tres personas. Consumían y presumiblemente transaban drogas, cuando de pronto irrumpió el agresor, quien, furibundo, arremetió contra los acompañantes de quien más tarde asesinaría. Ellos lograron huir, se fueron, pero la mujer se quedó. Craso error. Sólo minutos más tarde, el individuo volvería premunido de un cuchillo el cual enterró sin piedad en el cuello de su víctima, degollándola, para luego darse a la fuga. La joven murió en el lugar, desangrada.
De acuerdo al relato de familiares de Francisca, no era la primera vez que el sujeto intentaba agredirla. Desde hace algunos meses no la dejaba tranquila y la acosaba día y noche, luego de haberla conocido durante una transacción sexual. Fue el peor de sus clientes.
Francisca dejó dos hijos de 5 y 8 años, los que tras un juicio quedaron al cuidado de su padre, conviviente de la mujer, con un largo prontuario delictual. Dejó además a una comuna conmocionada y atemorizada, ya que el presunto homicida todavía no ha podido ser ubicado y se encontraría escondido en los cerros precordilleranos.
El crimen marcó el inicio de la seguidilla de homicidios. La génesis del mes de la muerte.
CONMOCIÓN
EN LA ULS
Pasaron 19 días para que la tragedia volviera como un karma. El presunto homicida de Illapel todavía está suelto y los esfuerzos de la Brigada de Homicidios se enfocaban en encontrarlo. Era su principal caso, claro, no esperaban que una vez más la violencia llegara al extremo y un nuevo asesinato irrumpiera en tan poco tiempo. Fue el 25 de noviembre cuando en el tranquilo Pasaje 18 de Septiembre, terminando calle Lautaro en la periferia del centro de La Serena, se produjo un nuevo asesinato.
Pedro Santelices Martínez, profesor de alemán de la Universidad de La Serena, fue hallado muerto al interior del domicilio que arrendaba desde hace un año, un boxtainer emplazado en una residencial para estudiantes.
Las circunstancias que rodearon el suceso fueron extrañas. De hecho, su cuerpo estuvo tres días en el lugar sin que nadie se percatara de lo que había ocurrido. Sólo el día miércoles, debido a que no se había presentado a trabajar durante esa semana, sus colegas de la casa de estudios superiores alertaron a la policía, quienes al llegar al sitio del suceso vieron la dantesca escena. El sujeto estaba semidesnudo, con varias heridas inferidas con arma cortopunzante en su cuerpo. Sí, no había dudas, se trataba de un homicidio. Otro más. La muerte había retornado.
Tal como en el caso de Illapel, los responsables no están pagando por sus actos. Sin embargo, en este asesinato, el presunto culpable no estaría individualizado como sí sucede en Choapa, aunque existe un sospechoso, un ciudadano argentino que estuvo en la casa del docente el día que fue asesinado y que desapareció misteriosamente luego del crimen. El sujeto es intensamente buscado por la PDI, ya que su relato sería la clave para determinar con certeza qué sucedió con Santelices, qué ocurrió en este, el segundo de la seguidilla de homicidios.
ERICK Y SU
MALA SUERTE
Fue el tercero de la lista. La madrugada del domingo 29 de noviembre fue la última para Erick Guevara, un joven de 28 años habitante de Las Compañías. Otra vez La Serena era el escenario de la violencia llevada al extremo del crimen, en pleno centro.
Lo que sería una fiesta cualquiera se convirtió en la plaza de la muerte. Esa noche, Erick había decidido asistir a la celebración de un amigo que se llevaría a cabo en un hostal de calle Eduardo de La Barra. Estuvo a punto de cambiar su suerte. Claro, horas antes había participado en el bautizo de la hija de su mejor amigo y allí le suplicaron que no se fuera, que se quedara con ellos. Sin embargo, el destino quiso otra cosa y se fue, sin saberlo, para no volver jamás.
Todos aseguran que no merecía ese triste final. En su población lo describen como un joven tranquilo, al extremo, deportista y padre de un pequeño niño. Tal era el cariño que sentían por él que en el pasaje donde acostumbraba reunirse con sus amigos los vecinos decoraron las calles con globos de azul y rojo, los colores del club de sus amores, la Universidad de Chile. Nadie lo podía creer y culparon a la mala suerte.
Y parecen tener razón. Erick se divirtió durante la fiesta, donde la mayoría de los asistentes eran sus amigos del Club Deportivo Pedro Aguirre Cerda de Las Compañías, donde jugaba cada fin de semana. Pero algo sucedió al final. Cuando llegó la hora de retirarse hubo quienes no hicieron caso a la administradora del local e incluso la increparon. El joven era conocido de la dueña y decidió ayudarla, por lo que pidió a los que no pretendían moverse de sus puestos que lo hicieran, tal como ya lo habían hecho otros parroquianos. Pero Erick se topó con el tipo equivocado, un individuo de 19 años, hoy imputado por el crimen y en prisión preventiva. Estaba exaltado, según testigos, en estado de ebriedad, por lo que cuando la víctima lo abordó, sacó casi instantáneamente un arma de fuego que traía entre sus ropas y simplemente disparó, ante la mirada atónita de los demás asistentes. Nadie lo podía creer, llamaron a la ambulancia, lo trasladaron al Hospital de La Serena, pero ya era demasiado tarde, la muerte logró alcanzarlo, fue otra víctima de la violencia irracional, indicio de los tiempos, que no ha querido irse de la zona.
PATRICIA Y
EL DESTINO
Era demasiado joven para morir. Patricia Pérez Cortés sólo tenía 19 años, acababa de terminar la enseñanza media, tenía sueños, aspiraciones. Pero todo se derrumbó la madrugada del miércoles cuando en Villa El Encanto del sector de Sindempart en Coquimbo, víctima de una serie de heridas perpetradas con un arma cortopunzante, murió asesinada por motivos que aún no han sido esclarecidos.
La comunidad entera se vio afectada por el suceso. De hecho, fueron los mismos vecinos quienes dieron aviso a la policía de que el cuerpo de una mujer yacía en el suelo y que minutos antes habían oído algunos gritos, clara señal de que algo extraño había sucedido. Cuando los efectivos de la Brigada de Homicidios llegaron al lugar, Patricia no presentaba signos vitales. Otra vida que se apagaba en menos de un mes.
El día jueves la policía intentaba dar con la ubicación de los amigos de la joven, quienes habían estado con ella previo al hecho de sangre, bebiendo en la Plaza las Raíces y quienes serían la clave para resolver el hecho. Finalmente lograron detener al presunto autor del homicidio.
“UN TRABAJO
DE HORMIGA”
La seguidilla de trágicos episodios, los últimos tres en siete días, han generado alarma en la población. Claro, no es algo habitual en la zona. Desde la Brigada de Homicidios de la PDI están conscientes de las consecuencias que esto puede tener en términos de percepción de seguridad, pero llaman a la calma. “Lo que ha ocurrido, si bien no es común, es algo circunstancial. En el delito de homicidio, sobre todo, no hay causas externas que provoquen un aumento o una disminución. Es algo complejo, pero tenemos que decirle a la gente que esté tranquila, tanto a los familiares de los afectados como a la comunidad en general, porque la policía está trabajando para dar con los presuntos responsables. La investigación puede demorar, pero se debe entender que el trabajo que nosotros tenemos es demasiado, más que el que aparece en los medios de comunicación y tenemos que distribuirnos las tareas. Aun así, finalmente conseguimos los resultados”, precisó el jefe de la Brigada de Homicidios de La Serena, el prefecto Jaime Rojo.
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Fuente: diarioeldia.cl