Rolando Silva (39) demuestra felicidad cada vez que cuenta cómo le cambió la vida el deporte. Hace más de siete años una Hepatitis C –se produjo debido a una transfusión de sangre al nacer que lo tuvo casi treinta años viviendo sin sospechar que su cuerpo se deterioraba cada vez más y ponía en riesgo su salud- lo llevó a necesitar un trasplante de hígado. Cuando entró al quirófano ese 30 de marzo del 2008, en el Hospital Clínico de la Universidad Católica, pesaba varios kilos menos y tenía, como suele pasar en estos casos extremos, pocas posibilidades de mantenerse vivo. “Doctor, por favor, no me dejé ir”, balbuceó antes del comienzo de la operación que duró más de ocho horas.
“En ese momento, menos de un 20 % de mi hígado estaba funcionando. La enfermedad me afectó la calidad de vida, porque no podía hacer muchas cosas. Todo me cansaba y me daba fatiga”, cuenta Rolando, ya con varias vueltas en el cuerpo a la espera de nuestra llegada en la Avenida de Mar, sitio predilecto para sus entrenamientos diarios, desde el día en que salió de la habitación del hospital, que por mucho tiempo se había convertido en su segundo hogar.
ALIVIO. Rolando cuenta que fueron años de incertidumbre. Para él y toda su familia. Y pese a todo el tiempo viajando a la capital para sus controles y sin tener una respuesta positiva, nunca se dejó morir. Pese a lo dura que fue toda esta etapa, jamás se bajoneó. “Anímicamente estaba bien, principalmente porque siempre estuve rodeado de mi familia y amigos que me tiraban para arriba”.
Si reconoce que las vueltas a La Serena, después de cada control, se hacían muchas veces interminables. “Mis regresos eran en su mayoría complejas, ya que el llamado del doctor avisándome que estaba el donante nunca llegaba. Y claro, cuando apareció fue una sorpresa, un alivio y una alegría para todos. Me avisaron justo cuando había regresado a La Serena. Me dijeron que tenía una posibilidad de trasplante, así que agarré el bolso que traía, tomamos el auto junto a mi familia y me devolví”, recuerda con alegría y nostalgia.
No obstante, también rememora que no fue fácil la recuperación, ya que “tuve muchas dificultades tras la operación. Estuve como tres meses más hospitalizado. Fue difícil y cansador, pero gracias a Dios el hígado comenzó a funcionar de excelente manera y hasta hoy no he tenido problemas. Claro que de por vida tengo que tomar remedios, pero entre más tiempo pasa, menos probabilidades tengo de que le pueda pasar algo a mí hígado”.
Finalmente, y luego de seis meses lejos de su hogar, regresó a La Serena. “Volví con un montón de restricciones, pero por lo menos ya estaba en casa”. Sin embargo, reapareció el virus de la Hepatitis C, por lo que comenzó de nuevo la terapia para tratarlo durante un año y medio desde enero de 2009. “Fue muy difícil, pero pasado este período logramos combatirlo y actualmente está eliminado”.
Por recomendación médica, además de los controles y los medicamentos permanentes, comenzó a hacer caminatas, luego a intercalarlas con trote hasta lograr correr en forma continua. “Y ya llevo 5 años participando en corridas de entre 5k y 10k en La Serena, Coquimbo, Copiapó, Ovalle, Vicuña, Viña del Mar, Santiago y Rancagua. Y también he participado en las últimas 4 Maratones de Santiago en las distancias de 10k. Lo hago dos o tres veces por semana, durante 30 a 40 minutos. Después de la cirugía hubo un cambio rotundo en mí, fue un trasplante de vida, me cambió todo”, señaló.
Curiosamente, en la Maratón del año pasado Rolando corrió junto a su doctor, el mismo que le cambió la vida ese 30 de marzo de 2008. Sí, fue acompañado por el cirujano digestivo Jorge Martínez. “Como tengo que viajar a Santiago para controlarme, le conversé que me había inscrito para correr los 10 k. Y como el también correría los mismos, me dijo que lo hiciéramos juntos. Lo curioso fue que partimos al mismo tiempo, pero con el correr de los metros me fui quedando atrás y al final terminé con 12 minutos más que él”.
ARGENTINA. Tanto es el amor que Rolando ha tomado por el deporte, que no sólo corre en la región y el resto del país, sino que también en otras partes del mundo. Por ejemplo, del 21 al 16 de abril se embarcó con todas las ganas del mundo, pero con la incertidumbre de cómo le iba a ir, a Argentina para formar parte de los VII Juegos Latinoamericanos y X Juegos Nacionales Argentinos de Trasplantados que se realizaron en la ciudad de Mendoza. Y la sorpresa fue mayor al enterarse de que era el único chileno en competencia. “Yo pensé que habían más competidores nacionales, pero al llegar a Mendoza me enteré que era el único chileno. ¿Sabes? Fue a competir, a sentir esa sensación de estar fuera del país, pero me fue más bien de lo esperado, ya que regresé con cuatro medallas de oro: Salto alto, lanzamiento de Jabalina, lanzamiento de disco y en la posta de 4×100, además de un tercer lugar en el lanzamiento de la bala y cuarto lugar en los 5k, todo en la categoría de 30 a 39 años”.
De todos modos, eso de andar ganando preseas fuera del país no es algo que le quite el sueño. Al contrario. El deseo principal de Rolando es que la gente sepa que los trasplantados también son personas que pueden hacer su vida con normalidad. “Además, queremos ayudar a difundir el sistema de trasplantes de órganos siendo testigos directos de los beneficios de vida que se logran con esta acción solidaria. Por lo mismo, estamos en la campaña de darnos a conocer como deportistas y reunir recursos para costear la inscripción, los pasajes y equipamiento deportivo para ir uniformados a representar a nuestras ciudades y a nuestro país en el que por primera vez Chile estará representado, en el próximo mes de agosto, porque se realizará el Campeonato Mundial de Trasplantados en la ciudad de Mar del Plata, Argentina, justa a la cual pretendemos participar junto con 8 trasplantados chilenos”.
Fuente: diarioeldia.cl